¡Qué injusto eres, amor! No distingues entre buenos y malos, le vuelves la espalda al que siempre ha luchado, al que lo ha dado todo esperando muy poco. Que te cuelas en su corazón y lo gastas, y al mío lo llenas y lo vuelves tan loco que nunca te olvida y que nunca se muere.
¡Qué grande eres, amor! Me lo arrebatas sin ser arrebatado, que te bebes mi vida y sigues sediento. Me sueltas, me agarras, me traes y me llevas. Y aunque sola me sienta, me siento tan libre para buscarte de nuevo, sufrir y abrazarte... me cuesta volver y me cuesta marcharme.

Y qué pequeña que soy - Malú y Pastora Soler.