¿Habéis estado alguna vez en una cárcel? Yo sí, sin cometer ningún delito... ¡Ah, sí! Enamorarme.
Es difícil de explicar como se siente un preso que es totalmente libre.
Es como si aunque estuviera rodeado de gente tuviera un velo encima, que le deja ver, pero no decidir.
Es como si una burbuja de jabón creciera dentro de él, y cuando piensa que estallará y podrá crear otra nueva, ésta se amolda a la forma de su cuerpo.
Como si ese prisionero pensara que si da un paso más podrá empezar a vivir su vida sin ataduras, pero cuando ve algo, alguien, amor, retrocede por el miedo a no saber hacerlo bien, por el miedo a no saber seguir él sólo el camino que una vez le cerraron o tal vez él mismo se cerró.
Ahora es esclavo de sus sonrisas, está condenado a sus cumplidos y necesita sus te quieros cada vez menos sinceros.
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